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LOS POETAS

DE

LA CONTRARREFORMA

Desliza hacia abajo

Nos encuadramos en la Edad Media y Renacimiento español, una época en la que el fervor religioso está en auge, reflejándose así en el arte, literatura, y otros muchos campos. Sin embargo, la Reforma Protestante creó el caos y abrió la veda de la indecisión, con lo cual la Iglesia se puso manos a la obra. Para refrendar su autoridad, nació la Contrarreforma, y con ello los autores que la hicieron verdaderamente efectiva. En esta sala los conoceréis un poco mejor, además de informaros sobre el contexto histórico que les precedía.

¿De qué trata esta sala?

El entierro del Conde Orgaz

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El Greco (1588, Iglesia de Santo Tomé)

La poesía mística y espiritual era la que imperaba en este momento en España. Los autores buscaban comunicar experiencias o acontecimientos que se basaban en la unión con Dios y el fortalecimiento del espíritu. Así pues, el Renacimiento español nunca logró desprenderse del todo de la lírica medieval y religiosa, pero los poetas místicos llevaron la prosa a otro nivel. Ante la dificultad de expresar con palabras los sentimientos relativos a Dios que experimentaron, crearon, en servicio del Siglo de Oro, uno de los lenguajes más bellos que podamos tener, lleno de alegorías, metáforas y demás recursos. Se vieron favorecidos por las influencias italianas y humanistas, que veremos más adelante en la figura de varios poetas. Incluso en las artes, España ‘reclutó’ a algún que otro artista, como es el caso de El Greco, autor de este cuadro y encargado de ilustrar las ideas de la Contrarreforma.

El triunfo de la Iglesia

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Peter Paul Rubens (1625, Museo del Prado)

Otro de los más grandes artistas al servicio de la Contrarreforma fue Rubens. Aunque este cuadro es, en fecha, significativamente posterior al de El Greco, nos sirve de lujo para explicar el propósito que tenía la Iglesia con la Contrarreforma: exaltar sus valores, volver a poner orden y ‘pisotear’ en cierto modo la Reforma Protestante. La exaltación de la fé católica se hace presente con algunos de los temas que se muestran: El triunfo del Amor divino, La Victoria de la Verdad sobre la Herejía, o Los Defensores de la Eucaristía.

Fray Luis de León

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Francisco Pacheco  (1599)

Uno de los grandes poetas de la Contrarreforma fue Fray Luis de León. Nacido en Cuenca, estudio y se doctoró en Teología en Salamanca; sin embargo, su vida fue muy convulsa. En la época de la Inquisición, fue encarcelado por preferir la versión hebrea a la latina de la Biblia, y por traducir al Castellano una de sus obras cumbre, el Cantar de los Cantares. Gran experto e influenciado por la Biblia, fue precisamente uno de los autores que más se dejó influenciar por el petrarquismo e humanismo italiano. Ésto lo podemos ver en muchas de sus obras, entre las que se destaca, principalmente, ‘Oda a la vida retirada’.

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?



 

Oda a la vida retirada

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Fray Luis de León

En su obra maestra apreciamos el concepto que tenía Fray Luis de la vida, por el que luchaba y ansiaba conseguir: una vida aislada de la sociedad, retirada y en sintonía con Dios (evocando el tópico horaciano del Beatus Ille). Se aleja de la vida de ciudad, utilizando para ello la senda espiritual del misticismo. Cabe destacar que las mejores obras de este poeta fueron sus odas, predominando el tema de la huida de este mundo y la contemplación ideal de otro.

Además, para conseguir esta armonía y paz interior, Fray Luis se nutre del léxico del campo semántico asociado con la naturaleza, utilizando palabras y términos como monte, fuente, río, mar, cielo, etc.

Su estilo era el de la lira garcilasiana: estrofas formadas por cinco versos (tres heptasílabos y dos endecasílabos).

Comunión de Santa Teresa

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Juan Martín Cabezalero (Museo Lázaro Galdiano, Madrid)

Curiosamente, Fray Luis murió justo antes de terminar una biografía sobre una mujer por la cual sentía una gran devoción: Santa Teresa de Jesús. En este cuadro la vemos en su comunión, caricaturizada por Juan Martín Cabezalero (aunque por mucho tiempo se pensó que la obra pertenecía a Claudio Coello). Santa Teresa nació en Ávila, en el seno de una familia noble y desde pequeña se sintió fascinada por la Literatura: pasó una crisis epiléptica, lo que provocó un deseo de recogimiento interior que explica su devoción. Renovó la Orden de las Carmelitas durante su vida, y tiene el honor de ser la primera mujer doctora universal de la Iglesia.

El libro de la vida

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Santa Teresa de Jesús (1565)

Esta obra póstuma en prosa, ‘El libro de la vida’, escrita bajo una forma de larga carta dirigida a sus directores espirituales, es probablemente su obra cumbre. El estilo de Santa Teresa es sencillo y claro (el que más de los tres poetas de la Contrarreforma presentes en esta sala). Su obra combina unos clarísimos elementos autobiográficos con la lírica devocional renacentista; explica su doctrina mística utilizando símbolos como el castillo, jardín, agua, etc (en la línea de lo que hacía Fray Luis).

La última cena

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Juan de Juanes (1562, Museo del Prado)

Y por último, vamos con el que probablemente sea el poeta más genuino de la Contrarreforma: el gran San Juan de la Cruz. Él, al igual que Santa Teresa de la Cruz, también estuvo en la Orden de las Carmelitas, y al igual que Fray Luis de León, también fue encarcelado durante 8 meses por intrigas. A pesar de los pocos poemas que posee, de sus versos han salido auténticas maravillas que, hoy día, aún son reconocidos por muchos como las mayores obras maestras de la literatura castellana.

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,                           
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

  ¡Oh cauterio süave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe                         
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.

Llama de amor viva

-

San Juan de la Cruz

¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,     que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
color y luz dan junto a su querido!

  ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno                           
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

Llama de amor viva es una de las mejores obras de San Juan de la Cruz, donde podemos ver las características de su poesía: expresa con extrema intensidad su experiencia mística, utiliza un lenguaje culto y elevado, y mediante la musicalidad y el empleo preciso de recursos literarios consigue retratar perfectamente lo que sería un encuentro amoroso entre él y Cristo. Con sus metáforas, símbolos y alegorías, San Juan creaba un mensaje místico que fue mucho más allá de lo que nunca se había hecho en la literatura, algo que lo sitúa aún hoy día como uno de los poetas mejor valorados en la literatura española. A destacar, además, otros dos de sus poemas que aquí os dejamos expuestos: Noche oscura del alma y Cántico espiritual.

¿Cómo curiosidad?

El paralelismo con los poemas amorosos

 

Aunque parezca sorprendente, los poetas de la contrarreforma reflejan en sus obras un camino hacia la unión ideal con Dios que se asemeja al ideal de la poesía amorosa petrarquista. San Juan de la Cruz o Santa Teresa tienen el mismo objetivo que los petrarquistas: amarse a su amada, sólo que en este caso ese papel es encarnado por Dios, tras sentir en el interior de su alma el fuego del amor divino.

Fray Luis

de

León

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Santa Teresa

de 

Jesús

San Juan

de 

la Cruz

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